Aprovechando este tiempo de cuarentena, he pensado que podría ser una buena idea escribir sobre el voluntariado en el que estoy participando y todo lo que está ocurriendo en estos días tan extraños para todos.

Siendo sincera, creo que ninguno de mis compañeros, ni voluntarios ni de la organización que nos está acogiendo (bueno, ni nadie en general), se habría imaginado que nuestra experiencia como voluntarios iba a verse ligada no solo a los recuerdos o experiencias típicas de cualquier proyecto similar, sino a una situación tan extraordinaria como es una pandemia y un confinamiento que está afectando a todos los países del mundo. Ni qué decir que, además, a aquellos voluntarios que, como a mí, nos encontramos en Zagreb (Croacia), nos ha tocado añadir un terremoto de magnitud 5,4 al cóctel de situaciones extremas que estamos viviendo este 2020.

Pese a todo, hemos tenido la suerte (esperemos que continúe así) de que el virus está mucho menos extendido en Croacia que en otros países de Europa. A pesar de estar viviendo fuera, el hecho de que el equipo de voluntarios de mi organización estemos viviendo juntos nos hace tener información de varios puntos de Europa (en este caso, España, Portugal, Italia y Eslovenia). Y, por tanto, podemos comparar las distintas formas en las que el virus se ha ido extendiendo y las distintas medidas que cada país ha decidido tomar para combatirlo.

Pero, no solo los gobiernos han tenido que tomar medidas generales, también los ciudadanos se han tenido que ir adaptando y, en nuestro caso, la organización comenzó a modificar sus actividades incluso antes de que el gobierno indicara las primeras pautas. He de añadir que, desde mi experiencia, ese fue el caso de muchas organizaciones y empresas croatas. Así, la organización nos dio la opción de empezar a trabajar desde casa mucho antes de que las normas se aplicaran a todo el país. Y, así, fue como cada uno nos tuvimos que adaptar a los nuevos cambios. Obviamente, todos estamos acostumbrados a utilizar el ordenador y a esa fabulosa herramienta que es internet, pero la cosa cambia cuando no se trata de UNA herramienta sino de LA herramienta.

Desde la organización, se han adaptado todo lo posible para que podamos seguir haciendo el trabajo para el que vinimos. Obviamente, hay cosas que no se pueden retomar, como es el caso de las clases de capoeira con los niños, pero hemos seguido teniendo reuniones semanales con todo el equipo y, aunque no es lo mismo ver a los compañeros a través de la pantalla del ordenador, he de reconocer que verles todos los lunes es una pequeña alegría para empezar la semana.

Otro cambio que hemos tenido, ha sido que el número de sesiones con el psicólogo del equipo ha aumentado. Antes de toda esta situación, una vez al mes, el equipo de voluntarios teníamos un reflexion day con el psicólogo de la organización. Pero en las últimas tres semanas estamos haciendo este tipo de quedadas online todas las semanas. Y, de nuevo, aunque algún día solo haya sido para charlar, es un gran apoyo.

Y, por último, añadir también que no todo se está centrando en trabajar para la organización. Está claro que el hecho de que se adaptaran tan rápido a la nueva situación y el estar haciendo desde casa todas las cosas que podemos, está siendo muy útil para sobrellevar el confinamiento de la mejor forma posible. Pero, no quiero dejar de lado el hecho de que, para mí, ha sido bastante fácil adaptarme a la situación. Afortunadamente, tenemos un piso en el que, aun siendo cuatro personas, cada uno tiene una habitación propia y con algo de espacio. Por tanto, todos tenemos acceso a privacidad y a hacer algo de deporte si queremos, sin molestar a los demás. Yo, por mi parte, he decidido usar este tiempo para seguir aprendiendo italiano y croata, para hacer algo de ejercicio todos los días, para ver series (no todo el tiempo se puede ser productivo jajajaja) e, incluso, para estar más en contacto con mis amigos de España. A todo esto, hay que añadirle las cosas que estoy aprendiendo gracias a tener que adaptar las actividades al formato online. Dar clases de español a extranjeros es un reto, pero hacerlo a través de la pantalla es un reto aún mayor si cabe: tener que buscar la mejor plataforma para conectar con los alumnos, adaptarse a no tener todo el material en casa (como una pizarra, por ejemplo), buscar formas de mantener la cercanía con ellos, etc.

En general, es complicado valorar la situación en su totalidad, ya que los pros y contras son tan dispares que es difícil tener una idea precisa de lo que está significando este periodo tan extraño. Creo que lo único en lo que todos estamos de acuerdo es en que ojalá esto termine lo mejor y más rápido posible, y así podamos volver a hacer todas aquellas cosas que tan felices nos hacían y que, tristemente, ni siquiera lo sabíamos.

Pilar Aranguren
ESC Udruga Amazonas 2019-2020

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