«Yo participé el verano pasado en un campo de voluntariado de SCI en una granja ecológica en Kortessem, Bélgica, donde los trabajadores eran personas en riesgo de exclusión social que estaban en la granja temporalmente aprendiendo el oficio. Realmente, no sabía todo lo que iba a enriquecerme: durante unas semanas convivimos 24/7 voluntarios de países tan diferentes como España, Bélgica, México, Malawi y Croacia, gracias a ellos aprendí nuevas recetas, nuevas canciones, las costumbres de cada país… en poco tiempo nos convertimos en una familia.
Además el contacto con los trabajadores fue increíble, ellos mismos nos enseñaron cómo plantar, regar, a diferenciar unas frutas de otras… nos contaron sus historias personales (muy duras). Nosotros, por nuestra parte, intentamos atender al máximo y contarles nuestras experiencias a las cuales ellos se mostraban muy interesados. Sentí que realmente éramos una ayuda tanto física (ya que había mucho trabajo en los meses de verano) como psicológica ya que todos estaban más alegres y con entusiasmo de conocer gente nueva!
Personalmente no tengo ninguna pega ya que todos allí nos trataron como en casa y los miedos que tenía antes de llegar desaparecieron rápidamente.
¡Tengo en mente repetir este año!»
-Angela