Desde SCI Madrid no solo facilitamos a las personas voluntarias vivir experiencias en otros países, sino que desarrollamos una red de campos de trabajo aquí en España. Por eso hoy queremos compartir la experiencia de Erick Gascón, un voluntario que acaba de vivir unas semanas en Casa Samuel (Salamanca), conviviendo y apoyando en el día a día de un centro de cuidado de personas con enfermedades terminales.

Hola, soy Erick Gascón y quiero contarles mi experiencia en mi voluntariado, que en lo personal ha sido muy satisfactoria. Trabajar con personas en etapa terminal no solo ha sido una buena oportunidad de empatizar con ellxs, si no que también es una obligación que tenemos las personas como participantes de una sociedad.

Todas las personas han tenido la bondad de contarme sus historias y en cada una de ellas me he dado cuenta de que la mayoría de ellas, si no es que todas, han tenido una vida sumamente difícil, algunos abandonos y una crianza desde niños en la calle, por lo tanto estuvieron expuestos a drogas, violencia y otras injusticias. Varios de ellos también no tienen con quien contar y es crucial la labor que hace Cáritas por estas personas, al controlar sus alimentos, su medicación y sus cuidados específicos.

Como artista y maestro realicé un proyecto en dónde ellos y ellas tenían que desarrollar una pintura, utilizando la técnica del abstracto. Quería hacer una reflexión:  justamente las manchas, la imperfección o un camino diferente al habitual, puede hacer una pieza que también es belleza. Así como en su vida, ellos y ella tienen cosas que en su momento son injustas o tienen connotaciones negativas, sin embargo su vida no deja de ser una obra de arte que puede inspirar belleza.

Ellos y ella estaban apáticos y se negaban hacer la actividad por que decían que nunca en su vida habían pintado y que lo iban a hacer mal. Me gustó mucho verles emocionados cuando el objetivo se logró y les gustó el resultado.

Al grito de la tradición mexicana jugamos lotería. Y metiendo un poco de competitividad y energía al juego logramos emocionarles para que estuvieran concentradísimos en saber que carta iba a salir. También tuvimos que explicar los significados de algunas palabras por el choque cultural, ya que el otro voluntario y yo éramos mexicanos. Además, al ver las imágenes conocieron el folclore mexicano y no fue obstáculo para los que no alcanzaban a ver, o no sabían leer. De nuevo me sentí contento el ver sus caras de emoción y disfrutar sus triunfos.

Para involucrarme más en la vida de los y las residentes, los sábados se los dediqué a Juan Carlos que de salud es muy mejorado y le gusta hacer deporte, aprovechando para desmentir su idea de que los voluntarios solo vamos de vacaciones o como él dice: “Lavan un par de platos, les dan comida y se van de paseo a otro país”.  Le conté que yo hago trabajo social desde mis 16 años y que voy a comunidades a apoyar gente, a través de actividades artísticas o del circo. Le comenté que no fue accidente o casualidad que me tocara Casa Samuel para trabajar, que yo elegí estar con ellxs. Acción por la cual pudo confiar en mí y me quiso contar su historia, muy triste pero, ¿quién no ha cometido errores en la vida? Él dice que la medicina contra el VIH avanza muy rápido pero que el prejuicio de la gente «se ha quedado en la Edad Media». Nos cuenta cómo físicamente y por lo que hace y piensa no le es difícil encontrar mujeres para tener noviazgo, pero que la exclusión por su VIH es muy fuerte, y a pesar de que tiene tratamiento y ya no puede transmitir el virus, las personas lo siguen rechazado.

Darles de comer, enseñarles computación o el idioma y la gramática española a personas migrantes, me hizo sentir que todavía hay muchas cosas que hacer por el mundo y el entorno el que nos rodea.

A parte, ¡nos hicieron una entrevista y salimos en el periódico como soy integrante y activista de la comunidad LGBTQ+!

Fue muy triste despedirme de ellos y ella. Más cuando dos personas murieron mientras estuve en el voluntariado y otro se quedó grave en el hospital. Me dio gusto saber que no querían que me fuera y que las semanas que estuve con ellos se les pasó muy rápido. Sentí la piel de gallina cuando me despedí de ellos en la cena y les dije que admiraba su valentía frente a la vida y empezaron a aplaudir, redactando esto con un nudo en la garganta por la incomprensión que tienen estas personas y el acercamiento tan intimo que tuve con Jesús que se quedó en el hospital, y con la muerte de Sebas, que me regalaba dulces en todo momento. En agradecimiento les hice un dibujo, dónde salen cada uno de ellos y ella.

Para terminar quiero agradecerles a ustedes, de SCI Madrid, también por darme la oportunidad de tener este acercamiento a Casa Samuel, que sin lugar a dudas cambió mi vida para siempre.

Erick Gascón – Voluntario workcamp, España

 

¿Te interesa participar en un workcamp?
Encontrarás más información aquí.